miércoles, 23 de marzo de 2011

Ejercicio para novela negra

" Con el cuerpo cansado y sudoroso, Tomás exhalaba satisfacción en cada bocanada, de humo. En su rostro endurecido, una tenue pero fría mueca, imitaba con resultados macabros, a una sonrisa. Podría decirse que estaba casi contento, pero faltaba algo. Siempre faltaba algo. No recordaba mucho de su infancia, pensaba que era normal no saber, pero recordaba el olor a tabaco agrio en las camisas de papá, el alcohol fresco en el aliento de mamá, y la sensación pegajosa y salada de la sangre en su boca…"

viernes, 18 de febrero de 2011

Inventario number 1


De ti mujer conservo los records
la cúspide de mis locuras
el  final de mis cuentos
el prana de mis alientos

de tu cuerpo conservo
                el deseo
de tu piel
                el oasis
de tu rostro
                la belleza
de tu mirada
                la verdad
de tus ojos
                la caoba
de tu aliento
                la sonrisa
de tus labios
                la fruta
de tu lengua
                el vino

de tu cabello
                los enredos
de tu espalda
                el equinoccio
de tu cuello
                la visita
de tus pechos
                el impulso
de tu cintura
                el abrazo
de tu cadera
                el ritmo

de tu sexo
                la orquídea 
de tus piernas
                la ruta
de tus brazos
                el momento
de tus manos
                el milagro
de tus dedos
                el toque
de tus pies
                el descanso
de tus lunares
                 el mapa
de tu movimiento
                el baile
               
de ti...
                yo

Aquello


Murmullos me habitan aún
desde las ventanas que el tiempo olvidó
un árbol de caramillo extiende sus brazos
para columpiar el sueño abandonado

La esperanza es un flagelo silente
gozo que duele y seduce
ilusión de madera
cuenco vacío

Existes para mí
me lo digo siempre
la respuesta nunca
el anhelo siempre

Te invoco en arpegios de fuego
acuden lenguas
se consumen
caricias y memorias

En cenizas ocres
el incendio

no

Por. Fernando López